Cognita

Ya sea en el hogar o en el extranjero, pocos trabajos ofrecen la misma satisfacción que la enseñanza

3 de mayo 2018

Thomas Slack, profesor de informática y coordinador de 6º, 7º y 8º básico en The English Montessori School en España, reflexiona sobre por qué eligió unirse a la profesión, y por qué hay pocos otros trabajos tan satisfactorios como la enseñanza.


Como estudiante de pregrado, consideré capacitarme para convertirme en profesor. Aunque no lo pensé como una meta para toda la vida, siempre he querido tener un impacto positivo en la vida de las personas. Mientras exploraba mis opciones, asistí al evento ‘Train to Teach’ en Leeds, donde el presentador compartió ideas sobre el impacto que los profesores pueden tener en las vidas de los alumnos que están pasando por una infancia difícil. Vi mi misión en la vida frente a mí.

Mi año de formación y mi primer puesto de profesor me llevaron a colegios por todo el Reino Unido, desde Yorkshire hasta Manchester. A lo largo de este tiempo vital de desarrollo de mis habilidades y aprendizaje por parte de mis colegas pude ver la diferencia que estos profesores hacen en las vidas de los niños, y comencé yo también a marcar la diferencia. Mi misión ahora estaba en pleno desarrollo.

Después de unos años de enseñanza, tuve el deseo de experimentar un estilo de vida diferente al del norte de Inglaterra. Dejando atrás las verdes colinas, realicé un cambio de vida para enseñar en una escuela privada en los suburbios de Madrid. Sin embargo, sentí que me estaba vendiendo en mi misión. ¿Cómo podría hacer una diferencia en la vida de los alumnos que tienen un trasfondo socioeconómico tan diferente de los que estaba enseñando en Yorkshire y Manchester? Esto no estaba en el guión que imaginé en el evento ‘Train to Teach’ hace años.

Sin embargo, me encontré con un colegio donde los alumnos están ansiosos por aprender y esto, en sí mismo, fue mi primer desafío. Estos alumnos quieren lograr lo mejor de sus capacidades y es mi responsabilidad hacerlo realidad. Se hizo evidente muy rápidamente que no había vendido mi misión. De hecho, está tan vivo y coleando hoy como lo estuvo en el norte de Inglaterra.

Aprendí que los niños son niños, independientemente de su origen socioeconómico. Pueden tener diferentes necesidades, pero aún dependen de los adultos para proporcionarles la educación y la orientación necesarias para comenzar de la mejor manera posible. Este desafío me proporciona una carrera tan gratificante que no creo que pueda compararse a ninguna otra profesión.

En los últimos años, los alumnos pasados ​​y presentes han transmitido cómo los ayudé e influenciaron sus caminos elegidos. Esta es la misión que imaginé hace tantos años. Simplemente no esperaba estar llevándolo a 1900 kilómetros de las verdes colinas de mi hogar.

 

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